Tiene tantos que ya no los puede contar con los dedos de las manos. Así como loeb no tiene rival en el mundial de rallys , a su compatriota Peterhansel no hay quien le eche el lazo sobre las vastas llanuras del Dakar. Once (seis en motos y cinco en coches) suma ya el abanderado de X-Raid. Un récord histórico que acrecienta la leyenda del francés en esta carrera de locos.
Siguiendo con las analogías respecto a Seb, Monsieur Dakarhace fácil lo difícil. Sobre todo este año, en el que no ha parecido que haya tenido que sufrir demasiado para alzarse con el triunfo. Se encontró abierta la puerta del liderato pronto, demasiado para lo que es costumbre en él, concretamente nada más empezar la aventura, tras el litigio de Sainz con el GPS en la segunda etapa. Después se libró de la amenaza del piloto español cuando los problemas eléctricos de su buggy descartaron al madrileño antes de que el motor le dejase tirado definitivamente. Sí es cierto que Al-Attiyah le ofreció más batalla, mucha más, de lo que estaba previsto inicialmente. Pero la mecánica se alió de nuevo con el francés, haciéndole morder el polvo también al piloto catarí.

En cambio, él, más allá del doble pinchazo del viernes, no ha sufrido ese día nefasto que suele afligir a todos los participantes al menos una vez a lo largo de cada Dakar. Como si fuese convidado de piedra... Así que, después del abandono de Nasser, más allá de lo que sucedió en la penúltima jornada, lo de Peterhansel ha sido casi coser y cantar. Ha ganado sobrado. De calle. Con un confortable colchón de 42 minutos respecto a Giniel de Villiers, que, a la regular, sin hacer demasiado ruido, ha acabado conduciendo su Toyota Hilux hasta la segunda posición, por delante de los MINI de Novitskiy y del español Nani Roma, el vencedor de la última jornada.
No ha sido este un Dakar sencillo para el piloto de Folgueroles, segundo en la pasada edición. Le costó cogerle el tacto a las dunas de Perú, pinchó, quedó encayado en una zona de tierra blanda... Pero, aún así, el podio hubiese sido suyo de nuevo de no haberse comportado en la penúltima jornada como un verdadero hombre de equipo, escoltando a su compañero y gran rival, Stéphane Peterhansel, hasta la línea de meta con dos ruedas pinchadas. Al menos al catalán le queda la satisfacción de haber ganado más etapas que nadie este año. Acicate perfecto para alimentar la motivación que necesita para volver a intentar el próximo año, junto a Sainz, derrocar el férreo reinado de Monsieur Dakar. FUENTE:http://www.revistascratch.com
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